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Generalmente, nuestro primer acercamiento con la vejez es con nuestros abuelos, esas personas que suelen mimarnos mucho más que los propios padres. Desde ese momento, entendemos que la vejez es un periodo de la vida en que la cabeza se llena de canas y la piel, de arrugas. Sin embargo, llegar a la senectud es un proceso mucho más complejo que los cambios externos y, en ocasiones, pueden limitar nuestra calidad de vida.
¿Por qué envejecemos? Aunque pareciera que la respuesta es obvia, para muchos científicos no es tan simple e, incluso, no han encontrado una razón precisa para que esto pase. Hay quienes aseguran que nuestros genes están programados para deteriorarse con el paso de los años, otros declaran que la vejez llega por efecto de los daños que el cuerpo acumula desde el nacimiento, y algunos piensan que es un poco de ambas cosas.
Lo cierto es que el envejecimiento es un proceso del que nadie puede escapar y que se acelera gradualmente a partir de los 20 años. De acuerdo con el Dr. Manuel Castillo de la Universidad de Granada en España, la disminución de las funciones del cuerpo humano se da en un 10% por cada década de vida, pero solo es verdaderamente notorio cuando se alcanza el 80%, es decir, a los 80 años. Este nivel de desgaste se eleva o se reduce según los hábitos de cada quien.
En coincidencia con lo anterior, el Dr. Jesús Tresguerras de la Universidad Complutense de Madrid descubrió que el ritmo de envejecimiento depende solamente 30% de la genética del individuo y 70% de la rutina que lleve a través del tiempo. Alrededor de los 40 y 50 años, es cuando la oxidación de los tejidos y la pérdida de ciertas funciones orgánicas aumentan en forma exponencial, por lo tanto, los achaques se vuelven más molestos y recurrentes.
La vejez puede llegar más rápido por diversos factores: algunas personas nacen con una menor dotación de células o con unas de baja capacidad funcional, pero otras, simplemente, están más expuestas durante a su vida a situaciones dañinas como el estrés, la radiación, traumatismos o enfermedades. De hecho, está comprobado que dos aspectos que favorecen más el envejecimiento son el exceso de colesterol y la carencia de insulina en sangre.
Las canas, las arrugas, la vista cansada, la debilidad muscular y la pérdida de memoria son algunos de los síntomas más evidentes del envejecimiento. Sin embargo, eso es lo de menos. Poco a poco, todos tus órganos resentirán los efectos de la edad y de todo lo que has hecho con tu cuerpo a lo largo de tu existencia. Los desvelos, el consumo de tabaco y alcohol, la ingestión excesiva de grasas y las presiones de la vida cotidiana que lleves hasta entonces, influirán en varias de las siguientes situaciones:
Independientemente de cómo hayas vivido, estos cambios van ocurrir en tu cuerpo, pero, si padeces alguna enfermedad crónica como diabetes, gastritis, hipertensión o cáncer, puede que éstos sean mucho más intensos. ¿Alguna vez has pensado en cómo tus hábitos van a impactar en tu estado físico y anímico cuando te conviertas en un anciano? Quizás lo veas lejos pero, en realidad, cada día envejeces un poco más y, si no tomas previsiones desde hoy, podrías sufrir mucho esa etapa de tu vida.
De verdad, evitar los excesos, dormir al menos 6 horas todos los días, mantener una dieta balanceada, ejercitarte y tratar de estar tranquilo, son acciones que pueden hacer la diferencia cuando llegues a los 65 años. Seguir aportando a tu fondo de ahorro para el retiro también es muy importante para que nada te haga falta cuando llegue el momento de jubilarte. Ten en cuenta que, para entonces, será más difícil trabajar para obtener ingresos y, probablemente, tus visitas al médico aumentarán.
Sin duda, otra de las claves para llegar a la vejez de manera plena es asegurarte de convertir tus más anhelados sueños en proyectos reales. Además de cuidarte, concreta todas las actividades que te hagan sentir realizado: poner un negocio propio, conocer los lugares más exóticos del mundo, estudiar diversos posgrados o, simplemente, dedicarte a eso que tanto te gusta. Cada segundo de tu vida, cuenta; aprovecha cada uno como si fuera el último.