Aproximadamente, al año se registran 20 mil casos de trastornos alimentarios como la bulimia y anorexia en México, de los cuales alrededor del 90% se presentan en mujeres. La Secretaría de Salud advierte que son trastornos que ya comienzan desde la niñez. También indicó que estas enfermedades solían afectar a jóvenes de entre 20 y 22 años de edad, pero hoy en día se presentan en menores desde los 12 y 13 años.
Lamentablemente, algunos síntomas de la bulimia y la anorexia han comenzado a aparecer en edades más tempranas (entre 8 y 9 años) sin importar una determinada clase social o zona geográfica. Esto se debe a que se ha desarrollado un fenómeno de rechazo social hacia la obesidad, el cual genera trastornos de alimentación y que podría llevar a una dependencia a las drogas y el alcohol.
Los trastornos alimentarios se caracterizan por tener más de un origen y se requiere de múltiples disciplinas que evalúen a cada paciente para determinar un tipo de tratamiento adecuado para una sana recuperación, dependiendo de las particularidades del caso.
El final de la pubertad y el inicio de la adolescencia es cuando se registra el mayor riesgo de padecer estos trastornos. En esta etapa de la vida todavía están en formación las estructuras cerebrales; los jóvenes aún están formando su juicio y tolerancia a la frustración. Al ser vulnerables presentan conductas impulsivas junto con una percepción distorsionada del propio cuerpo que hace que el enfermo se vea y sienta mal.
Entre los diversos factores que ayudan a la generación de la bulimia y la anorexia se encuentra el mismo entorno social. La imagen delgada en anuncios publicitarios o en programas de televisión, la competencia entre los mismos jóvenes por verse “bien”, el bullying y la discriminación rigen un estado intermitente de frustración y depresión. Es por esto que estos trastornos, aparte de la obesidad, se detectan cada vez con más frecuencia en la infancia. Indicio de que los menores sufren carencias de afecto además de una mala nutrición.
La bulimia y la anorexia son padecimientos crónicos que derivan en complicaciones como la anemia, lesiones en el esófago e incluso problemas cardiológicos, que pueden poner en riesgo la salud e incluso la vida de los pacientes, además, su fuente suele ser un trastorno psicológico. Para tratar estas enfermedades, se requiere de disciplinas como la medicina, psiquiatría, nutrición, endocrinología, ginecología, psicología, trabajo social y enfermería.
Normalmente la hospitalización sólo se necesita cuando hay complicaciones clínicas. En los casos menos graves, es decir, que no necesitan internación, se recomienda asistir con un psicoterapeuta; algunos psiquiatras tratan de reducir con antidepresivos y ansiolíticos la angustia y la compulsión, esto puede ayudar al paciente a superar la causa psíquica que origina el trastorno. Adicionalmente, se debe trabajar a la par con un nutricionista para idear y llevar a cabo una dieta adecuada para recuperar peso.
Los tratamientos para la bulimia y la anorexia dependen del grado en que se encuentre el afectado. El 57% de los casos puede llegar a tener una vida normal con tratamiento médico, el 40% tiene una cura total y solo el 3% fallece debido a que se diagnostican tardíamente.
Los costos pueden variar desde solo tomar terapia apoyada con farmacología, hasta un conjunto de prácticas de aislamiento para encontrar el mejor tratamiento posible. Aquí los precios pueden ir desde MXN 400 a MXN 1,200 por consulta con el psicoterapeuta o psiquiatra (mínimo 2 veces por semana), citas con el nutriólogo (mensuales o quincenales) de entre MXN 300 y MXN 900, sin considerar las medicinas y la dieta.
Los tratamientos pueden ser en clínicas especializadas que pueden sobrepasar los MXN 300,000 debido a que ofrecen un servicio completo de nutrición, terapias y alojamiento. Es de suma importancia que se analice la influencia cultural y otros factores externos que influyen directamente en la formación de trastornos como la bulimia y la anorexia.
La recuperación es un proceso largo y pausado, además, el paciente debe estar en observación constante por si llegase a existir alguna recaída. No deben permanecer solos y es de suma importancia que sientan el apoyo de quienes están cerca de ellos.